En el año 1933 hubo de darse otro repaso parecido y fue entonces cuando se formaron los peraltes en las curvas.
Así transcurrieron varios años en los que se combinaban obras importantes con los cuidados diarios de los camineros que, repartidos por toda la longitud de la vía, cuidaban de rellenar los baches, limpiar las cunetas, librar las alcantarillas, etc.
Fue en los años 60 cuando se produjo una transformación importante; cuando la carretera que era blanca por la piedra caliza, se convirtió en negra por el asfalto. Hasta entonces, la única carretera negra del contorno, y como tal se conocía, era la de Valladolid.
El aumento del tráfico, la invasión automovilística, obligó a cambios importantes. Los últimos, producidos recientemente, han consistido en su ensanche.
Ensanche que se supone consigue una mayor comodidad y seguridad para el tráfico, pero que por otra parte ha supuesto la utilización masiva del hormigón en lo que se refiere a aquellos puentes de los que hablábamos anteriormente.
Ahora ya es difícil ver los remates de piedra labrada y las bóvedas de arco cimbrado. Los troncos de cono que señalaban la situación de estos puentes e incluso los puntos kilométricos.
Todo sea por el progreso, la velocidad y la prisa.
Tomás Mínguez, año 2000
Este documento ha sido reeditado en 2017, incorporando fotografías de los lugares y piedras que se mencionan.